martes, 10 de mayo de 2011

Introducción

"La evolución es una realidad tan innegable como el calor del sol", asevera el destacado biólogo evolucionista Richard Dawkins. Que el sol es caliente es demostrable tanto por observación directa como por experimentos. Pero ¿es posible probar de forma incontestable la validez de la teoría de la evolución basándose en la observación y en la experiencia?
Antes de responder esta pregunta, cabe aclarar algo. Los científicos han notado que los seres vivos pueden experimentar cambios menores a lo largo de generaciones. Por ejemplo, mediante el cruzamiento selectivo, los criadores de perros obtienen individuos con patas más cortas o pelo mas largo que los antecesores, algunos científicos llaman a estos leves cambios microevolución. Los evolucionistas afirman que la acumulación  gradual de pequeños cambios en el lapso de miles de millones de años provocó los grandes cambios necesarios para que los peces se convirtieran en anfibios y los simios en hombres. Este hipotético caso recibe el nombre de macroevolución. Charles Darwin enseñó, que las pequeñas variaciones observadas en la naturaleza indican que cambios mucho mayores también son posibles. Según él, ciertas formas de vida primigenia simples(supuestamente) sufrieron una serie de "modificaciones ligerísimas" a lo largo de vastos periodos de tiempo hasta originar los millones de formas vivas que hay en la tierra. Muchos consideran lógico este postulado. Razonan que si en una especie pueden ocurrir variaciones menores ¿porqué no podría la evolución producir modificaciones mayores a lo largo de extensos periodos de tiempo? Pero la realidad es que la teoría de la evolución descansa sobre tres mitos que mostraremos en tres páginas.